La autora de este artículo relata una de las
cocciones de reflejos metálicos que realizaron la pasada primavera en un horno
tradicional de leña construido a imagen del que está expuesto en el Museo de
Cerámica “La Rajoleta”, de Esplugues del Llobregat (Barcelona).
La construcción y puesta en funcionamiento de
este horno es un acontecimiento vital para poder entender los procesos
necesarios para conseguir los reflejos metálicos tradicionales, que constituyen
uno de los mayores logros de la historia de la cerámica en la Península Ibérica
y un fiel reflejo de la importancia de la herencia musulmana. Esta y otras
experiencias prácticas similares deberían constituir parte de los programas de
estudio de las escuelas de cerámica y son, sin duda, una oportunidad
insustituible para cualquier ceramista. La organización anuncia el deseo de
organizar cursos con la cocción de reflejos metálicos como tema central.
——————————————————————————————————————
“Cocción de reflejo metálico”
por Ariadna
Benavides y Ribes
El reflejo metálico es una técnica de decoración de origen
islámico, cuyos primeros vestigios en la Península Ibérica datan del siglo
XIII. Se necesitan tres cocciones para obtener el resultado final: primero se
debe hacer un bizcocho de las piezas que pueden ser de barro rojo o de algún
otro barro más calcáreo; la segunda cocción es para cocer el esmalte que cubre
las piezas, una base hecha con una frita de plomo y óxido de estaño (entre un
10-13%), es necesario que la pieza quede bien blanca y el esmalte sea bien
opaco, sobre todo si la pieza es de un barro ferruginoso; en tercer lugar, la
última cocción es para la decoración de las pinturas de reflejo metálico.
Las fórmulas del reflejo se han ido readaptando a lo largo de
los años, dado que actualmente algunos de sus componentes están prohibidos
(cinabi, galena, etc); en una fórmula de reflejo encontramos básicamente óxido
de cobre, creta (o yeso que aporta sulfuros, importantes para la realización
del reflejo), almagre y, en algunos casos, plata (en pequeñas proporciones. La
combinación de estos materiales, junto con la reducción que se hace en el
horno, son la clave del éxito de esta decoración y nos permitirá conseguir
tonalidades parecidas al metal: cobre, oro o plata. Estas bases, una vez
pesadas y preparadas, se mezclan con vinagre, que ayuda a la lixiviación de los componentes de la fórmula y la base,
haciendo que la capa de reflejo y el esmalte interactúen durante la cocción. La
decoración se aplica a pincel y en capas finas, pero no transparentes.
Los hornos de reflejo metálico solían ser de
pequeñas proporciones (alrededor de un metro cúbico), y su forma y estructura
ya proporcionan una cocción reductora. Su pequeño tamaño también ayuda a una
cocción relativamente rápida y a controlar la temperatura, que debe llegar a
los 550 – 600 ºC. Son hornos para quemar leña sencilla o hojarasca para
facilitar una combustión rápida; una parte de la cocción se hace añadiendo
romero, suponemos que el aceite de las ramas de este arbusto ayuda a la
reducción necesaria para que surja el esperado reflejo metálico.
El Museo de Cerámica “La Rajoleta”, de
Esplugues del Llobregat (Barcelona), conserva un horno de reflejo metálico que
utilizó la antigua fábrica Pujol i Bausis durante el Modernismo; artistas tan
señalados como Antoni Gaudí o Lluís Domenech i Montaner quedaron fascinados por
este tipo de decoración. Actualmente encontramos algunas de las piezas cocidas
en este mismo horno en algunos edificios de la ciudad de Barcelona, como por
ejemplo la Casa Ametller o la casa Thomas.
En 2009, con el apoyo de la Diputación de
Barcelona, y a iniciativa del Museo de “La Rajoleta”, se construyó un facsímil
del horno original que se conserva en su recinto. La construcción se hizo bajo
la dirección del valenciano Alejandro Barberá, el último artesano ceramista que
utilizaba en sus cocciones este tipo de horno. La primera cocción, a cargo del
constructor del horno se realizó el año 2010 con la colaboración de Manel
Diestre, de la Asociación de Ceramistas de Cataluña (ACC), y de la Escuela de
Cerámica de Esplugues (coordinada hasta el 2013 por Montse Sastre). Desde
aquella primera cocción, el Museo y la Escuela de cerámica, con la colaboración
de la ACC, han realizado tres hornadas más. En cada cocción se han probado y
trabajado diferentes fórmulas de reflejo metálico, y con el asesoramiento de
Alejandro, hemos ido aprendiendo a conocer esta técnica y controlar la cocción
para obtener los resultados deseados.
La última de estas cocciones se llevó a
cabo el pasado 31 de mayo y 1 de junio, como siempre organizada por el Museo de
“la Rajoleta”, con la colaboración de la ACC (Manel Diestre), y coordinada por
la Escuela de Cerámica de Esplugues (este año a cargo de Ariadna Benavides).
Como cada año, los alumnos de la Escuela de Cerámica prepararon unas piezas,
elaboradas con barro rojo y esmaltadas con una frita plúmbica y óxido de
estaño, y decoradas con diferentes fórmulas de reflejo metálico. Desde la
Escuela de Cerámica hicimos pruebas con otras bases opacas, elaboradas con
fritas alcalinas, basándonos en el estudio sobre reflejo metálico de Marius
Vendrell.
El sábado 31 de mayo pudimos hornear las
piezas y, después de sellar la puerta con ladrillos y barro, un pirómetro nos
ayudaba a saber la temperatura interior, aunque utilizamos otros métodos de
“control” y guía, como la cantidad de cenizas de la chimenea o el color del
humo que salía. La cocción duró unas 3 horas y media, el combustible que
utilizamos durante toda la hornada fueron ramas de romero, el horno alcanzó una
temperatura máxima de 600ºC (los conos colocados en el interior del horno así
nos lo indican). Al llegar al final de la hornada, se selló la puerta de la
cámara de combustión, dejando el horno cerrado para terminar la cocción. El
domingo 1 de junio procedimos a “desenfornar”; aunque la cocción se desarrolló
correctamente, los resultados de la hornada no salieron del todo bien: las
piezas con la base plúmbica quedaron crudas, suponemos que las causas de este
resultado fueron que la base era quizá demasiado dura y también el espesor de
la decoración; en cambio, en las muestras con las bases más alcalinas obtuvimos
unos reflejos metálicos bastante buenos.
Para hablar de estos resultados, poder
intercambiar opiniones y conocimientos, el pasado 15 de septiembre la Escuela
de cerámica y el Museo convocaron una Mesa Redonda para valorar los resultados.
Se contó con la participación de Manel Diestre (ACC), Alejandro Barberá
(artesano especialista en reflejo), Marius Vendrell (Depto. De cristalografía y
mineralogía de la UB) y Ariadna Benavides (coordinadora de la Escuela de
Cerámica de Esplugues). Todos aportamos nuestras conclusiones, dudas y posibles
soluciones. Como resumen destacar que, gracias a la experiencia de Alejandro,
sabemos la importancia que tiene la hornada, que debe ser relativamente rápida
y no puede sobrepasar los 550-600ºC, también que la decoración de las piezas
debe ser fina. Marius Vendrell, por su parte, aportó a la mesa su valoración
más científica y basada en sus estudios químicos que nos hizo darnos cuenta que
es necesario que la base plúmbica funda a una temperatura relativamente baja
para que la decoración de reflejo que se aplica a la pieza pueda actuar en la
superficie del esmalte. Otro detalle que nos pareció interesante fue que la
base tenía que llevar un porcentaje de algún componente alcalino para que el
reflejo se formara, lo que se comprobó gracias a las muestras con base alcalina
cocidas el mes de junio.
Nuestra intención desde la Escuela de
Cerámica de Esplugues, con la colaboración del Museo “La Rajoleta” y la
Asociación de Ceramistas de Cataluña, es organizar un curso o seminario sobre
esta cocción, para poder dar la oportunidad a todos los interesados en aprender
y aplicar estas nuevas propuestas a la próxima hornada de reflejo metálico que
se haga.
————————————————————————————————————————
Ariadna Benavides y Ribes es Coordinadora de la Escuela municipal
de cerámica de Esplugues de Llobregat.
de : http://www.infoceramica.com/2014/12/coccion-de-reflejo-metalico/
No hay comentarios:
Publicar un comentario